"Nuestro lenguaje es el todo y la nada. Si nuestras interpretaciones cambian, la "REALIDAD" cambia, ya que no existe más realidad que la que nuestro lenguaje crea" Humberto Maturana

domingo, 14 de julio de 2013

Cuento

Patiperro

Con mi familia siempre viajamos, andamos de un lado para otro, somos una familia viajera, trotamunda, patiperra. Yo los escucho hablar con las otras personas sin problema, parece que para ellos aprender idiomas no representa ningún dilema. En cambio para mí es todo un drama, lo único que sé hacer es tocar el violín y ese es mi más feliz panorama.

Veo que todos en mi familia pueden hacerse amigos menos yo, y ese es mi gran dificultad ya que no puedo comunicarme. Cada vez que a otro de mi especie trato de acercarme, lo olfateo, le muevo la cola y cuando el trata de hablarme, yo no puedo contestarle, mas un grito puedo darle, que no consigue más que espantarle.

Por eso siempre cuando volvemos a casa me pongo muy contento, ya que puedo salir a pasear y a conversar con mis amigos, puesto que ellos entienden todo lo que yo digo. Siempre me preguntan cómo son los de nuestra raza en otros países y yo avergonzado, debo reconocerles que no los he conocido ya que nadie me entiende.

La verdad es que a menudo cuando viajamos me siento solo, me siento incomprendido, me siento relegado, siento que no encajo en ningún lado.  Pienso que en mi casa mejor hubiera estado tocando mi violín acostado, preguntándome como en ningún otro lado, existe otro como yo, que un instrumento haya tocado.

Un día, cuando salimos de viaje apurados, mi maleta se extravió y extrañamente mi violín, a Japón llegó. Pienso que mi dueña se confundió, ya que con mi violín nunca había viajado yo. Pero a eso a mí no me importó porque una gran sorpresa me brindó.

Cuando a la calle salí y mi violín me puse a tocar, todos los perros que habían en el lugar, se acercaron a escuchar. Sentí por primera vez, que no era necesario hablar, ya que con mi instrumento me bastaba para comunicar. Otros se pusieron a también a tocar. Una gran banda musical formamos sin ninguna frase intercambiar. Sólo con las notas nos bastó para improvisar.

Había tantos instrumentos como palabras al viento;  guitarras, flautas, tambores. Cada uno con su movimiento. Yo no podía sentirme más contento, ya que sentía que al fin, encontré mi momento y entendí, que la música era más que un talento.

Ahora cuando me voy de viaje, el violín es lo primero que pongo en mi equipaje. Comprendí que la música es vida, que la música es alegría, que  la música no es tuya ni mía, que la música es de todos; perros, gatos, conejos e incluso de ustedes los humanos. Ojala todos supieran tocar para entendernos por igual, con un idioma universal.

Soy un perro patiperro que no habla ningún idioma, pero que con mi violín, basta y sobra,  para comunicarse en cualquier zona.
Elaborada por:  Paula Estay
            María Eugenia Troncoso


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